«Es vital para que este país evolucione que los abortos no sean una opción, sino algo extremo a lo que no recurrir de ninguna manera.»

Me genera mucha controversia y sensibilidad hablar de aborto (de sólo pensarlo se me nubla la vista de tristeza). En mi adolescencia tuve una amiga que abortó, hoy no recuerdo cómo lo vivió ella ni cómo lo viví yo desde mi lugar de mujer. Creo que con 16 años no hubiese podido tener la noción ni comprender lo que tal hecho implica en la vida de una mujer (un antes y un después, entiendo); creo que no puedo recordar porque hace 17 años todo era muy diferente: la sociedad estaba distinta, en otro plano, la información era otra, la adolescencia estaba vista con otros ojos, la mujer estaba valorada (o no valorada) de otra manera, no existía hablar de la «violencia de género», la comunicación entre pares y padres se daba de otra manera y el mundo giraba en otra dimensión. Yo giraba en otra órbita, mis amigas lo hacían también; hoy ninguna de ellas pertenece ya a mi círculo. Y en mi vida adulta he oído casos de mujeres que lo han sufrido (aunque fuera de manera espontánea) y realmente me pareció tristísimo. También he oído hablar de la cuestión psicológica en el hombre, que él también “aborta” siendo pareja (o padre del bebé) y pude comprender que algo en su interior se quiebra también, que aunque no pone el cuerpo también lo sufre desde su lugar -no menos importante que el de la mujer-.

celeste

He pasado casi toda la semana que pasó analizando para mí este tema, he pasado estos 17 años manteniendo mi postura sobre no aprobar el aborto. Estuve dudando sobre si opinar abiertamente en este espacio tan despiadado por tratarse de un tema tan delicado como lo es para la mayoría de la gente porque no es mi intención generar polémica o entrar en debate con nadie pero si no utilizo mi derecho a la palabra y a expresarme, ¿dónde quedan mis derechos? En una sociedad donde (casi) se abusa de este derecho cómo no poder opinar desde mi sentir.

En un presente donde la mujer tiene un lugar controversial y tan fuerte, siendo mujer apelo a la comprensión y aceptación acompañada del respeto que este tema merece. Siendo mujer considero que mi vida y mi cuerpo son lo más importante y valioso que tengo y que si no lo cuido yo primero nadie lo hará más que yo misma. Creo también que no hay poder más grande que tenga como mujer como el de poder portar en mi vientre algo tan mágico e increíble como otra vida, carne de mi carne, causa y efecto del amor más grande y único que existe. Y siento la fuerza femenina galopar en mi interior como para llevar adelante un estado tan único como el de la maternidad. Entiendo que hay mujeres que no sienten la maternidad como algo prioritario en sus vidas, o que directamente no la sienten. Aunque mi naturaleza me habla de una ineludible maternidad en algún momento de mi vida y no puedo escaparle a eso, acepto que haya mujeres que no sientan como yo, no lo comparto porque me guío por mis instintos y se me dificulta ponerme en la piel ajena pero lo acepto, en una civilización somos todos tan diferentes y tan aceptables que mi cabeza permanece abierta ante esto.

Ahora bien, hay lamentables cuestiones que se me escapan del tema de discusión. Hay situaciones límites donde no hay leyes ni debates que resistan a un análisis exhaustivo. Creo que hay casos aberrantes como los de las violaciones, tanto en adultas como en niñas, en los que debería tratarse el tema (doloroso en igual o mayor medida) con actuar expeditivo; ni hablar de las mujeres cuya condición mental es diferente. En estos casos, aunque ya esté regulado legalmente, entiendo que hay que exigir su efectiva aplicación porque el tiempo no se detiene.

Con respecto a la educación sexual, me cuestiono una y otra vez hace una década y media: ¿qué estamos esperando como sociedad para evolucionar de una vez? ¿Por qué permitimos que adolescentes cursen embarazos y/o abortos (claramente no buscados) para quebrar su inocencia y maduración psíquica (vital) natural? ¿Por qué tantas mujeres fallan en su anticoncepción aún siendo adultas? Y ¿por qué no atendemos con urgencia a todas esas mujeres humildes, casi analfabetas, viviendo en condiciones tan precarias sin saber razonar sobre cómo no quedar embarazadas? He oído casos de mujeres en esas condiciones intentando seguir la prescripción médica de utilizar pastillas anticonceptivas administrándolas en una pava tomando mate junto a sus parejas y eso me deja sin palabras. Considero muy necesario y urgente apuntar a la cuestión previa, a la de la prevención. Porque así como entiendo que haya mujeres que no quieran embarazarse (y hagan lo correspondiente para evitarlo con eficacia) también entiendo que hay otros casos que merecen una total atención y cuidado para evitarlo preservando su cuerpo y su salud, aún siendo humildes, aún no habiendo tenido educación o recursos. Estas son las mujeres a las que se les debería prestar total atención para brindarles contención de todo tipo. A ellas hay que enseñarles a concebir responsablemente, a no concebir o a vivir una sexualidad plena sin sobresaltos ni violencia alguna.

En fin lo que está fallando, creo yo, va muchísimo más allá de la justicia y las leyes, va por otro carril fuera de la ideología política o de una postura sobre este tema. Me parece que lo que no estamos mirando como sociedad –trístemente- es la educación que no se está dando a una parte muy grande de la población. Me parece que debería quedar afuera la cuestión personal (por ejemplo si me preguntaran a mi cómo procedería en una situación así, con seguridad diría que SIEMPRE elegiría continuar con un embarazo porque me da terror ultrajar a mi cuerpo de la manera que la práctica lo propone y ni hablar de un ser tan inmaculado como lo es un feto –llámenlo como más les parezca- que para mí es un bebé y no podría vivir en paz sabiendo que lo arrebaté de mi vientre). Afortunadamente no tuve que pasar por ninguna situación límite que me llevase a recurrir a esto, pero jamás me mantuve ajena a la cuestión. Desde chica entiendo la sexualidad como algo que debe vivirse con respeto y conciencia (y madurez y responsabilidad) y la cercanía en mi adolescencia a una mujer que abortó me marcó y abrió la cabeza; y no puedo no pensar en lo que creo lo más atinado. La educación, la contención psicológica y el derecho a la información son cosas que se nos siguen escapando de las manos lamentablemente.

Por último, no juzgo a ninguna mujer que se haya practicado un aborto. Tampoco a ningún hombre que haya acompañado a una pareja a hacerlo. Cada uno es libre de actuar como quiera o como pueda según sus posibilidades y circunstancias y NADIE es condenable. Lo que sí reconozco es el coraje que han tenido para llegar a eso porque estoy casi segura de que de eso no se vuelve. Que del sitio adonde se haya ido a intervenirse no se sale igual que como se entró y eso es merecedor de empatía. Lo que sí deseo es que logremos como sociedad erradicar los embarazos no deseados, los embarazos adolescentes, que cada cual sea dueño de su cuerpo sin dolor y sin sufrimiento. Que las cuestiones médicas límites (inevitables) se manejen con total cautela y los cuidados pertinentes, pero que los casos donde no se corra riesgo de vida sean tratados con la humanidad necesaria para no llegar a la intervención. Es vital para que este país evolucione que los abortos no sean una opción, sino algo extremo a lo que no recurrir de ninguna manera. Es necesario que la anticoncepción sea lo más efectiva posible para que no haya ni que pensarlo un instante. Y que se piense solamente en maternidad, con amor, con deseo, con la concepción de familia íntegra (la que sea, no me importa debatir sobre las formas de familia porque cada una es un mundo) pero sí que se evolucione desde ese lugar. La vida de la mujer es muy importante. La del bebé por nacer también. No puedo alejarme de la idea del bebé como individuo indefenso que depende de su madre para todo de manera simbiótica los primeros años de vida, me cuesta pensar en que un niño es niño solamente después de nacido cuando tantas mujeres hablan con tanta pasión de sus hijos en sus vientres, de una manera que me conmueve tanto.

Ojalá todo esto sirva para evolucionar realmente, para dejar de lado las cuestiones ideológicas y  la violencia con la que tantas agrupaciones tratan a otros por pensar distinto o porque quieren imponer (de manera que considero errónea) una idea, de esa manera que no me representa ni me llega para nada la idea que se quiere transmitir.

 

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